Para que triunfe el mal
basta que los hombres de bien no hagan nada. Edmund Burke (1729 -1797)
Político y escritor irlandés.
Hace mucho que no escribo aquí. Ha sido un año malo para mi salud y mi ánimo no mejora con los periódicos y los telediarios. Tantas cosas injustas que están pasando y la certeza de que otras posiblemente peores vendrán me revela y erosiona. La economía mostrando su cara más implacable, haciendo pagar la crisis al más débil, al más pobre. El egoísmo gana adeptos, afila sus colmillos y reparte dentelladas. Y ahora ostenta el gobierno del país…
No concibo que alguien quiera hacerle daño a otro a propósito. Me cuesta imaginar tanta crueldad. Y sin embargo a diario tengo pruebas de que es algo que ocurre en todas partes y a todo nivel: entre personas, entre colectivos humanos, entre países…
Quien me conozca quizás pensará que perdí la memoria y olvidé cuanto dolor y muerte intencionados hubo en mi Chile natal con el brutal golpe de estado de 1973. No es posible olvidarlo, no se puede. Pero tuve la suerte de que mis padres me educaran sin odio ni rencores, a pesar de que les cortaran la vida en dos y hubiesen de salir corriendo de su país con sus hijos a cuestas en busca de algo de seguridad, lejos de sus familias y amigos, lejos de todo lo que amaban. Y si pudimos hacerlo fue gracias a la generosidad desinteresada de muchas personas buenas. Y eso tampoco se olvida.
Hoy los problemas parecen tan grandes e inabarcables que es difícil no sentirse pequeño e inútil. Me entristece profundamente y me pregunto si David podrá otra vez con Goliat.